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POETISAMAYOR
BLOG DE POETISAMAYOR,EL LUGAR DÓNDE SOY MÁS YO QUE NUNCA Y TAMBIÉN MI REFUGIO ... LA LITERATURA. TE INVITO A VER UN POCO DE MI INTIMIDAD.
14 de Marzo, 2009 · General

olimpia

OLIMPIA
 
- ¡Te dije mil veces que guardaras a Olimpia en la caja antes de ir al colegio!
Laura escucha con bronca la voz chillona de su madre que le llega nítida desde la cocina.
- ¡No pude entrar en tu habitación en toda la mañana! ¡Si no me hacés caso, un día de éstos la voy a hacer desaparecer!
Siempre la misma queja, la pòbre Olimpia no debe salir de suencierro. ¡Y cómo le gustaría a laura sacarla a pasear, mostrársela asus amigas de la cuadra! Pero su mamá le tiene fobia. ¡Qué ridículotenerle miedo a Olimpia! Si es una preciosura, con sus ojitosmelacólicos y la sonrisa permanente. Se la había regalado su abuelapara su cumpleaños. Y Laura la adora, la viste de blanco como unareina. De noche la mete en su cama y le llora al oído el desprecioincomprensible de su madre. Olimpia se queda quietecita hasta que Lauracae rendida de cansancio. Por la mañana temprano mira cómo Laura seviste para ir al colegio y se despiden con muchos besos eindefeciblemente, va a parar debajo de la cama en la oscuridad de lacaja. Ambas son felices cuando van a la casa de la abuela. Olimpialleva puesto su mejor vestido y viaja en la mochila. Claro, sabe quesólo es por un rato. Después Laura la sienta en el sofá, juegan a lasvisitas y toman té. Para su mamá eso es imposible. Cuando ve a Olimpiaempieza a los gritos, tuerce la boca desesperada y la mira fijo como sifuera un monstruo a punto de devorarla. Algo tiene que hacer Laura, nosoporta más esos escándalos de su mamá. Piensa y piensa, frente a laventana de su habitación, con Olimpia sentada en su regazo. Laura lehace una trenza y le pone una hebilla con una rosa llena de puntosbrillantes. El sol entra cálido ese sábado en donde no hay colegio y lamamá se fue a hacer las compras para el almuerzo. Entonces, Laura lalleva en el cochecito a ver las plantas del balcón, abierto tambiénpara que el calor de la primavera invada los ambientes.
- ¡Nunca, nunca te voy a dejar, ni aunque me regalen el máshermoso juguete! Vos sos mia... - le dice suavemente y le acomoda lafrazadita como una buena mamá.
De pronto, una paloma se posa en la baranda del balcón y se alisalas plumas blancas con el plco. Laura corre a la cocina y baja delaparador la lata de bizcochos. Deshace dos o tres y los pone dentro deuna de sus cacerolas de plástico. Regresa y apoya a Olimpia sobre elpiso del balcón y delante, el pote de migajas.
-¡Mirá, tenemos visitas! - le dice con alegría. La paloma bajahasta el borde de una maceta y se acerca a los saltos hacia lasmiguitas. Picotea varias veces y al rato llegan tres palomas más, tanblancas como el vestido almidonado de Olimpia. Laura está emocionadacon sus nuevas amigas. Se aleja unos pasos para ver ese cuadro de amorgestado entre la quietud de Olimpia y el aleteo de las palomas que sedisputan el alimento. Olimpia debe sentirse una verdadera princesa conla hebilla reberberando al sol. Una de las palomas ìcotea intrigada lasluces de la punta de la trenza, otra se entretiene con el cordón de unode sus zapatitos. Esas palomas aman a Olimpia, a Laura no le queda lamenor duda. Y así es cómo, en un momento el balcón se llena de palomasblancas revoloteando alrededor de su amiguita. Y todo es un estallidode luces enceguecedoras. Laura está embobada, ojalá estuviera su madrey viera cuántos sentimientos de ternura provoca Olimpia en esos pájaroscasi mágicos. Tantos que nota que le han brotado plumones nuevecitos enlas palmas de las manos y hasta en la larga trenza que lleva en suespalda. La brisa mañanera los mece y los hace crecer más y más yOlimpia es un copo de suaves plumas blanquecinas...
La puerta del departamento se abre y entra la mamá cargada de bolsas del supermercado:
- ¡Laura vení a ayudarme! - le grita y en el balcón se arma un revoloteo de plumas y chillidos.
- ¡Laura, te estoy llamando!
Pero Laura no escucha. Está viendo que una de las palomas, con unacoronita de brillantes, la observa amorosamente desde el malvón. Laurale tira un beso y la paloma levanta vuelo con el resto de la bandada.
- ¿No estarás con Olimpia, verdad? Ya mismo la guardás en la caja y venís para acá - sigue gritando la madre.
- Ahí voy mamá. Olimpia no te asustará otra vez, se fue parasiempre hacia el reino de la libertad - contesta y dos lagrimonesazucarados le ruedan por las mejillas.
maría guillermina sánchez magariños


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publicado por poetisamayor a las 00:28 · Sin comentarios ·  Recomendar
 
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