Rin Te fuiste sin decir adiós, como una sombra más en la penumbra de la noche. Desapareciste dejando vacías las tardes de otoño. El río ya no es el mismo, ni el canto de los pájaros ni el perfume de las orquídeas. Te llevaste la risa, el poco español de tu voz dulce, la mirada dócil de tus ojos alemanes. Me quedé con el calor en las manos tomando tu cintura, mientras la moto se bebía el futuro borracho de esperanzas. Tus cabellos largos enredándose en el viento y el abrazo de la autopista asfixiando mis retinas un segundo antes. Me estrellé contra el silencio y el abandono. Regreso a mi tierra con los deshechos del alma en las valijas. |