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POETISAMAYOR
BLOG DE POETISAMAYOR,EL LUGAR DÓNDE SOY MÁS YO QUE NUNCA Y TAMBIÉN MI REFUGIO ... LA LITERATURA. TE INVITO A VER UN POCO DE MI INTIMIDAD.
29 de Noviembre, 2008 · General

BÚSQUEDA FILOSÓFICA

BÚSQUEDA FILOSÓFICA

 

 

                                                                          “Hay más cosas entre el cielo y la tierra

                                                                                                   Horacio, que las que sueña tu filosofía”

                                                                                                   HAMLET – SHAKESPEARE

 

 

Lagente no sabe por qué a tus 55 años aparentás tener más edad, por quétus ojos claros se enmarcan detrás de profundas ojeras o por qué jamásuna sonrisa aflora en tus labios.

Ellossólo saben que Franco Donatti se fue un día buscando nuevos horizontes,fuera de ese pueblo que también tiene un poco de la amargura de turostro.

Vos, viuda temprana, casi no salís de esa casa antes llena de luz con macetones floridos.

Yano levantás las persianas, la tierra del jardín se resquebraja bajo elsol y hasta el ciruelo de la vereda ha dejado de dar frutos.

Esperás,escuchando la radio o mateando en la cocina, alguna carta con noticiasde tu hijo. Todavía escuchás cuando te prometió, hace cinco años,escribirte y mandarte dinero para engrosar la magra pensión que tedejara la muerte repentina del Juan.

Todaslas noches cumplís el mismo rito: releés la escritura de cada uno delos sobres. “Sra. María Luisa Ferrantino – Posadas 1592 – Ranchos –Pcia de Buenos Aires – Argentina”. Y al dorso “Franco – Piedras 75 –Barrio Las Condes – Santiago de Chile – Chile”.

Sonapenas tres, correspondientes a los tres primeros cumpleaños tuyos quepasaste en soledad. Adentro, volantes de propaganda de un tal CírculoHermético Chileno:

 

“¿Quierescrecer como ser humano? ¿Te gustaría vivir en un mundo sin caos?Aprende las leyes de la naturaleza eternas por las cuales se rige lavida. Te ofrecemos un sistema técnico de desarrollo personal que tepermitirá actuar con éxito dentro de tu propia realidad. Esteaprendizaje se basa en la Filosofía Operativa , una herramienta paraalcanzar la paz y la felicidad. Acercate ¡Y experimentá el Hermetismo!”

 

Paravos estos papeles no significan nada, son palabras sin sentido. Loimportante son las hojas, arrancadas de cuadernos y con variosdobleces, donde el Franco te informa que encontró su lugar en el mundo,que el trabajo es duro pero a cambio le dan techo y comida y que muypronto te hará llegar un giro. Nunca te llegó y las cartas tampocollegaron más.

Como es habitual, volvés a guardarlas en el cajón de la mesita de luz y caminás hasta la cocina a matear otro poco.

Laradio da la señal de las 21 hs. y, mientras masticás distraída unagalletita, escuchás el noticiero. Ciertas palabras te suenanfamiliares, subís el volumen y prestás atención. Sí, están hablando deese círculo chileno. Parece que hubo una denuncia anónima y la policíaallanó el lugar. Te enterás, entre sorbo y sorbo, de que se trata deuna comunidad, “secta” repite el locutor, donde sus miembros estánprivados de libertad y obligados a cometer actos depravados y consumirdroga. Bajo sus efectos realizan ceremonias de iniciación de caráctersexual, al mando de una persona que, según pudo constatarse, padece undelirio mesiánico. Tardás unos minutos en procesar la información y alfin se te cae el mate de las manos y la saliva, en tu boca, toma uncamino equivocado. Escupís, tosés, levantás los brazos, seguís tosiendohasta que se te saltan las lágrimas. Arrugás el repasador sobre tu caraporque el llanto desconsolado te sube desde las entrañas.

¡ElFranco, tu Franco, está ahí! Lo imaginás flaco, demacrado, trabajandola tierra de sol a sol, las manos llagadas, embrutecido el cerebro porlas drogas para que ¡el Franco, tu Franco! sea capaz de realizar actosinfames, indignos, perversos sin poder escapar a esa promesa mentirosade paz y felicidad.

Tenace la urgencia de correr a buscarlo, la desesperación de rescatarlo,de abrazarlo y traértelo de vuelta a casa. A tus sopas, tus mates y tuspucheros de gallina. Te sonás la nariz con el repasador, te restregáslos ojos y secás apurada los rastros de yerba del piso embaldosado.

Nohay tiempo que perder. Te subís a la banqueta y bajás del modular laurna con las cenizas del Juan. Abrís la tapa y de un solo manotazoagarrás los billetes que con tanto sacrificio venís ahorrando. ¿Tealcanzarán para llegar a Chile? No lo sabés, pero sos capaz de irte apie si fuese necesario.

 

 

La Plata– Mendoza y allí trasbordo a Santiago. Treinta y seis horas de viaje.Por la ventanilla del micro ves pasar los campos de la pampa húmeda, lavegetación agreste de Santa Fé, las serranías de San Luis, y, porúltimo, los extensos viñedos de Mendoza. Pero no ves lo que ves. Portus ojos pasan las imágenes del Franco dando sus primeros pasos, lascaídas en bicicleta, los cuadernos escolares borroneados, laszapatillas negras de jugar a la pelota en el potrero y sus variasnovias, ésas que no supieron aferrarlo y satisfacer sus sueños de unafamilia menos humilde que la mayoría del pueblo. Sus pantalonesmanchados de cal y pintura, gastados de tanto ladrillo apilados, tantosbaldes de arena. El Franco no queréndose levantar, mateando todo el díaen la cama, hablando de irse a buscar la vida a otra parte.

 

Sólola cadena montañosa te distrae de tus ensoñaciones. La presenciainsoslayable del Aconcagua te deja la mente en blanco. Y por uninstante, brevísimo, deseás quedarte mirándolo eternamente. Apartás lavista, avergonzada de haber olvidado por un momento tu amor de madreque derretiría toda esa nieve perenne.

Santiagode Chile aparece detrás de la bruma de la madrugada, entre los primerosrayos de sol que se te adhieren a las pupilas. Rezongan tus huesos anteel cansancio pero sacás fuerzas y te encontrás, de golpe, de pie frentea una multitud de gente que pulula por las calles. La tozudez guía tuspasos hasta una oficina de informes turísticos. Revolvés el bolso ysacás esos papeles de colores con la propaganda del Círculo Hermético ybla, bla, bla. Te indican un colectivo para llegar al Barrio LasCondes, después de un montón de preguntas de que para qué querés ir a aese centro si la policía lo ha clausurado. ¡Qué les importa a ellos detu Franco! ¡Qué saben del dolor de ese silencio de dos años, de esanecesidad de tenerlo de nuevo entre los brazos!

Eltraqueteo del ómnibus te sacude en el asiento. Vueltas y más vueltaspor calles donde resuenan bocinazos, frenadas en las esquinas y vocesque hablan con esa tonada a radio mal sintonizada.

-¿Quién va a Las Condes? grita el chofer y te levantás como un resortepara bajar a los tropezones. El barrio parece la portada de una de esasrevistas caras que promocionan casas de gente famosa, y que vos hojeásen la peluquería de la Norma.

¿Yahora? ¿Para dónde ir? La cuadra está vacía. Los chalets son suntuososcon jardines bien prolijos, rejas altísimas y farolas en los portonesamplios. Caminás sin rumbo, el sol del mediodía dora las tejas de esoscastillos mudos. En la tercera cuadra, el sonido del agua de un regadorrompe el silencio. Te parás timidamente frente al hombre que riega loscanteros de pensamientos amarillos y rojos. Preguntás por la callePiedras Nº 75. Notás la desconfianza con que te mira, pareciera que noentiende tu idioma. Decidís alabar las flores y al menos, una muecaconseguís arrancarle de su rostro de piedra. El hombre estira el brazoy señala la vereda opuesta. Ni te molestás en darle las gracias, sabésque no te escucharía. Cruzás la calle con el corazón en la boca. Elcaserón apenas se ve entre el muro de ladrillos huecos. Una placa debronce reluce con las letras “CÍRCULO HERMÉTICO CHILENO – REFUGIOFILOSÓFICO”.

Espiása través de los agujeros de la pared. Descubrís un paraíso verde, concaminos de pedreguscos que se pierden entre pinares y alamedas. Haybancos de madera y hierro forjado ideales para tomarte los mates de lasiesta. Y también, una gran fuente blanca con la figura de una mujerhermosa pero sin brazos emergiendo de las aguas. Es el edén. ¿Cómo esposible que tanta belleza sea escenario de las atroces calamidades quemantienen cautivo al Franco? Tus latidos acelerados son mazazos en elpecho. Pulsás el botón del portero eléctrico con dedos temblorosos.Dos, tres veces tal es tu ansiedad.

- ¿Quién llama? te responde una voz dulce y pausada. Jadeás, no podés articular palabra, el corazón en la garganta.

- ¿Quién llama? preguntan nuevamente con la misma dulzura.

- ¿Podría hablar con Franco Donatti? – susurrás apenas.

Silencio.

- Soy su madre, vengo de Argentina – hacés un esfuerzo por elevar la voz.

-  Lolamentamos, señora. No podemos dejar entrar a nadie hasta que nuestrolíder, el gran maestro Franco, el amado guía espiritual, sea liberadopor los jueces.

Tusoídos no dan crédito a lo que acabás de escuchar. Se te aflojan laspiernas, tus ojos claros se hunden hasta el fondo de las ojeras y tesentís realmente veinte años más vieja.

 

 

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publicado por poetisamayor a las 04:31 · Sin comentarios ·  Recomendar
 
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